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Ruta de un día desde Cuenca por la Serranía Baja, entre sorpresas de roca y agua.

17/3/2020

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Serranía Baja de Cuenca y Tierra de Cañete, joyas inexploradas para viajeros inquietos.

No es esta una zona muy visitada, lo que no hace sino añadir encanto a su belleza. Resulta inexplicable, pues tiene sobrados encantos para justificar no sólo un día por esta comarca, sino para detenerse en alguno de sus pueblos y dejarse llevar por el instinto para conocerla con más calma. 

Podríamos recorrer los puntos que voy a señalar en una bonita excursión de un día desde Cuenca, y nos dará tiempo para volver a dormir a Cuenca si está allí nuestra base. Pero también es una ruta perfecta para quienes vengan de (o vayan a) Cuenca desde la zona Noreste de España, ya que seguiremos todo el tiempo el trazado de la carretera nacional N-420, que viene desde Teruel a Cuenca.

Empezaré el recorrido desde Cuenca, pero servirá igualmente para quien lo haga en sentido inverso, cambiando el orden de la visita.

Monumento Natural de Las Torcas de los Palancares y las Lagunas de Cañada del Hoyo.

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Ya hice mención a este enclave en un artículo anterior, como propuesta para excursión de medio día muy cerca de Cuenca.

Como decía allí, Las Torcas están a escasos 30 kilómetros de Cuenca por la carretera N-420, y es un lugar sorprendente que concentra 30 torcas, unas formaciones kársticas impresionantes originadas al colapsar el terreno calizo creando enormes pozos de hasta más de 90 metros de profundidad y gran diámetro (la mayor con más de 10 hectáreas de superficie).

​Volviendo de nuevo a la N-420, a pocos kilómetros tomaremos el desvío hacia Cañada del Hoyo para visitar otro lugar de interés. Sólo nos supondrá un desvío de unos 6 kilómetros que creo más que recomendable.

Tras pasar el pequeño pueblo, con el castillo en la loma que su propietario conserva en buen estado, tomaremos la carretera que lleva a las lagunas de Cañada (y que luego sigue hacia Valdemoro de la Sierra); en pocos kilómetros veremos las indicaciones para dejar el coche en una zona de aparcamiento.

Allí unas señales nos indican senderos para visitar otras torcas, pero esta vez en forma de 7 lagunas, pues los hundimientos se produjeron sobre cavernas de agua subterránea. Es un lugar de gran belleza, pues además de los frondosos pinares, las lagunas ofrecen muy distintos colores a pesar de la cercanía, debido a los microorganismos que pueblan cada una de ellas.

De hecho, Cañada del Hoyo saltó a la fama a finales de 2018 pues una de las lagunas se volvió de pronto de un intenso color rosa. Ello provocó, además de la avalancha de turistas que la hicieron famosa, largos estudios para explicar el caso.

Finalmente se concluyó que se debía a unos microorganismos que se alimentan de sulfuro y adquieren ese color en ciertas condiciones, un fenómeno muy raramente observado y que no será fácil contemplar, pues, además de que es algo esporádico, se encuentra en una finca privada cuyo dueño debió acabar lógicamente cansado por las hordas de visitantes que invadimos su propiedad en el año 2019, cuando se popularizó.

Carboneras de Guadazaón: solar de dos hitos de nuestra historia.

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Seguramente pocos textos turísticos se detengan a reseñar algo de este tranquilo pueblo. Sin embargo considero que tiene bastante interés, sobre todo para quienes, como yo, se sientan atraídos por la historia que hay detrás de cada simple piedra, aunque muchas veces esté ya desprendida del muro para el que se talló.

Confieso que, no hace mucho yo mismo prestaba poca atención a esta población, a pesar de pasar muy frecuentemente por allí. Tan solo solíamos hacer algún comentario cuando la carretera se acercaba a las paredes de su edificio principal, el Panteón de los Marqueses de Moya.

Esta iglesia del siglo XVI, cuya portada luce un bello estilo gótico isabelino, es casi lo único que queda de lo que fue Convento Dominico de la Santa Cruz.
Lo fundaron Beatriz de Bobadilla, camarera de Isabel la Católica, y su esposo Andrés de Cabrera, mayordomo de Enrique IV, con la idea de establecer allí su panteón para el reposo eterno.

Lamentablemente la iglesia está cerrada y, ya renovada su techumbre, el proyecto que pretende  restaurar su interior para convertirla en centro de recepción de turistas tarda demasiado en materializarse.

Hasta hace muy poco no hemos dado en Cuenca la importancia que sus lugares merecen (tampoco somos tierra sobrada en inversiones); si bien esto muchas veces acrecienta la ilusión de los visitantes, que sienten descubrir, con razón, bellezas casi inéditas, no es fácil evitar tristeza por el deterioro que el tiempo les ha infligido ya.

Dejando meditaciones a un lado, otro hito unido a Carboneras está relacionado también con la pareja citada y los Reyes Católicos: la Santa Hijuela, que Isabel la Católica donó al morir a su camarera, Doña Beatriz, y que hoy se cobija en la Iglesia de Santo Domingo de Silos del pueblo.

Cada año, el segundo fin de semana de mayo, se rememora aquel hecho con unas jornadas medievales, incluida una procesión que porta la Santa Hijuela. 

Antes de seguir, explicaré que la hijuela es el pedazo de lienzo circular que cubre la hostia sagrada durante la eucaristía. En este caso su importancia radica en que es la hijuela que acompañaba a los famosos Corporales de Daroca. Ambos aparecieron milagrosamente manchados de sangre cuando los soldados fueron a comulgar durante la batalla de Luchente en 1239.

Actualmente la Hijuela se conserva en una bonita capilla de la iglesia. Si tenemos suerte de encontrarla abierta, veremos también su ábside, decorado con pinturas al gusto románico por Carlos de la Rica, insigne sacerdote de Carboneras además de intelectual y poeta.


El Rodenal del Cabriel:
​Pajaroncillo, Boniches y El Cañizar.

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Esta comarca que rodea el curso del río Cabriel, es muy hermosa y el pasado año 2019 entró a formar parte con otros 36 municipios de la Reserva de la Biosfera Valle del Cabriel por el excepcional estado de conservación del río.

Incluso si no se tiene mucho tiempo (o muchas ganas de andar y explorar), es imposible perderse la belleza del lugar, pues la misma nacional N-420 atraviesa la zona conocida como El Cañizar, (nombre de un antiguo poblado donde vivían los muchos resineros que extraían la resina de estos pinos).

En este lugar un tapiz infinito de pinos rodenos de verde intenso hace un bello contraste con fantásticas formaciones rocosas de arenisca rojiza, matizada con trazos negros. Todo ello surcado por el curso cantarín del Cabriel, de aguas transparentes.

Pero para los más deportistas y amantes del senderismo será un regalo adentrarse en estos bosques y descubrir unas formaciones fabulosas propias de cuentos de hadas. Se trata de Los Corbeteros de Pajaroncillo (aunque también se les conoce por Coverteras-por anidar los cuervos-, o Coberteras    -por su forma similar a las tapaderas de las ollas-).

Para verlos, se puede acceder desde el pueblo de Pajaroncillo, siguiendo las indicaciones hasta una explanada donde dejar el coche y desde donde restará una caminata de unos 2 kilómetros, o bien desde la propia N 420, hacia el km. 486, donde a la izquierda de la nacional (yendo desde Cuenca) parte un camino más largo que el anterior pero igualmente bello.

Aunque el camino mismo ya merece el paseo, donde sólo el silencio y los ruidos de animales nos acompañan en un bosque inmenso, la llegada a nuestro destino nos deja sin palabras: los corbeteros, formaciones irreales que parecen creación de un artista, se concentran sobre todo en una loma con vistas a un mar inacabable de montañas llenas de vegetación.

Si vamos bien de tiempo, podríamos apartarnos de nuestra ruta unos pocos kilómetros hacia Boniches, pues el valle del Cabriel ofrece en esa zona unas formaciones rocosas realmente sorprendentes.
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Cañete, histórico enclave fronterizo y cuna de Don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla.

Este pueblo fue durante muchos años una importante fortaleza codiciada por los vecinos reinos de Aragón y Valencia, siendo sobre todo el siglo XIV una época de constantes incursiones y disputas. 

Fue cabeza del señorío de la importante familia de los Hurtado de Mendoza, pasando a serlo del marquesado de estos nobles tras concederles los Reyes Católicos el título de marqueses.

Pero antes, mucho antes, este pueblo fue un enclave estratégico durante la dominación árabe, y de esa época guarda su imponente muralla califal, prácticamente intacta y que desde el farallón rocoso, donde resisten las paredes del castillo a modo de viejo galeote, desciende rodeando toda la población.

Dicen que es de los más extensos y mejor conservados recintos amurallados musulmanes de toda España, y semejante construcción tuvo que ser decisión de "estado", no simple capricho de un señor local poderoso. De hecho, los alrededores más inmediatos de Cañete parece que fueron deforestados para permitir la mayor visibilidad a la fortaleza.

Bien merece la pena dedicar un reposado paseo a conocer este pueblo, que además de la muralla con tres puertas bien conservadas (con las típicas entradas en recodo y los arcos de herradura), conserva un bonito entramado medieval, con algunas típicas casas serranas, centrado en su plaza mayor porticada con la iglesia de San Julián.
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No menos digno de apreciar es el Paisaje ilustrado, una ruta creada por Luis Zafrilla, vecino de Cañete, que ha usado sus conocimientos de profesión para representar en acero, por rincones de todo el pueblo, escenas de momentos importantes en la vida local.

Así, veremos un grupo de jóvenes peñistas en plena escapada de una vaquilla, la procesión en honor a la Virgen de la Zarza, o unos aldeanos en un carro cogiendo agua en el pìlón. Esas y muchas más escenas de la vida tradicional de Cañete harán nuestro paseo por el pueblo aún más placentero.
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Pero si valioso es su patrimonio cultural, no menos iba a serlo el natural, estando Cañete en plena serranía conquense rodeado de altos montes y numerosos ríos y arroyos. Así, en el mismo pueblo encontraremos una bonita sorpresa: el río de la Virgen o río Tinte crea un paseo frondoso lleno de encanto.

Es la zona conocida como El Postigo, un pequeño cañón que recorre el riachuelo bajo las casas que jalonan la muralla. Lo recorre un agradable paseo con varias escenas del mismo escultor, y finaliza en un bello rincón, la Cascada del Pozo de la Horca.

Y, por si nos faltaba algún motivo para visitarlo, Cañete celebra cada año entre finales de julio y comienzos de agosto La Alvarada, unas jornadas culturales y festivas en honor a su hijo más ilustre, Don Álvaro de Luna.
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Y con esto creo que tenemos suficientes maravillas para esta ruta de un día completo, volviendo a Cuenca a descansar muy satisfechos.
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    Iñigo

    Muchos dicen que
    Cuenca es pequeña;
    quizá sí, como un
    precioso diamante
    ​tallado, con cientos
    de hermosas caras
    que trataré de ir
    desvelando
    en este blog
    .

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