Rutas por Cuenca 2: ideas para disfrutar con frío y días más cortos.Es normal pensarlo: viajar en invierno tiene la desventaja del frío o que se hace pronto de noche, pero vamos a mirarlo de otra forma: veréis que es una suerte, pues en invierno podremos disfrutar de la magia de Cuenca iluminada a una hora muy prudencial, e irnos después a cenar, sin entrar en horas intempestivas, disfrutaremos de la magia de las luces navideñas, y además puede que veamos la belleza añadida de la nieve y el hielo… ¿os he convencido? Bueno, por si queda algún indeciso voy a explicarme: Paseo nocturno por Cuenca: los mejores lugares.Las hoces de Cuenca de nocheDecirlo así es muy general, pero es inevitable decirlo: no se debe dejar de ver el espectáculo de ambas hoces iluminadas. Todos los fines de semana y días festivos (y vísperas) se enciende la iluminación artística de todo el conjunto de la hoz del Júcar y el Huécar, lo que hace muy agradable dar un paseo que recorra los distintos miradores que nos asoman a las mismas. Los mejores lugares en mi opinión son estos: Mirador del barrio del CastilloLa vista desde esta zona es la más general, pues ofrece una visión conjunta de la Cuenca antigua desde su parte más elevada, con el atractivo añadido de poder ver a la vez ambas hoces sólo con movernos unos metros. Las luces estratégicamente distribuidas realzan el festón rocoso de ambas hoces, ofreciendo un aspecto mágico de sombras y volúmenes fantasmagóricos. No en vano esta zona es uno de los sitios preferidos para tomar una cerveza con una vista única: toda la calle que sube con gran desnivel desde el antiguo castillo es un gran mirador al abismo de la hoz del Huécar, y desde allí tenemos una gran perspectiva, que incluye no sólo el Parador Nacional y las mismas Casas Colgadas sino todo el arco que va dibujando la hoz desde la sierra hasta el llano de la ciudad nueva. Pero como decíamos, sólo con movernos unos metros, llegaremos al puente del que fue foso del castillo, desde donde tendremos otra fabulosa vista, esta vez de la hoz del Júcar. Esta es más abierta que la del Huécar y la iluminación permite apreciar su grandeza, más natural y menos urbana que la otra, lo que nos hace intuir las formas de la cercana serranía. Puente de San PabloLa hoz del Huécar cobra por la noche un aspecto sobrecogedor, y un sitio privilegiado para contemplarla es el puente de San Pablo. Bajar desde el callejón donde están los museos arqueológico y diocesano y girar a la izquierda en la cuesta a través del pasadizo bajo las Casas Colgadas es una gran sorpresa, pues parece que nos despeñamos al vacío. Pero incluso a pesar del frío y la semioscuridad de la noche no podremos resistirnos a bajar hasta el puente y recorrerlo completo, pues es como la primera fila de platea de un fabuloso escenario, donde la hoz entera nos envuelve como un decorado irreal en el que las luces dejan intuir aquí y allá elementos que quizá no percibimos por el día. Paseo junto al Huécar y al JúcarComo siempre, aconsejo también las vistas desde la parte baja de la ciudad para no perdernos otro ángulo de gran belleza. Un pequeño paseo junto al Huécar nos ofrecerá una buena perspectiva de las Casas Colgadas y de toda la hoz desde la parte inferior, pero si continuamos por delante del Auditorio hacia la calle Tintes veremos además el bonito barrio de San Martín y sus rascacielos, la bucólica calle Tintes con sus casas irregulares asomadas al riachuelo y un poco más adelante los lienzos de muralla que protegían los pocos lugares vulnerables de esta ciudad. Si aún nos quedan fuerzas aconsejo seguir la calle Tintes junto al río Huécar hasta el final, su desembocadura en el Júcar, para acercarnos después al puente de la Trinidad, otro lugar desde donde se tiene una bella panorámica de la ciudad sobre el Júcar, pudiendo incluso ver en lo alto la blanca fachada iluminada de la catedral. Desde este puente también podremos ver el barrio de San Antón encaramado en la montaña, que parece un auténtico belén, la cueva junto a la pequeña cascada del río donde hay una imagen de la Virgen de la Luz y además la iglesia del mismo nombre, a orillas del Júcar, hogar de la patrona de la ciudad. Se armó el belén en Cuenca: visitando el belén del Hospital de SantiagoDadas las fechas en las que estamos ¿por qué no visitar uno de los muchos belenes que se instalan en Cuenca para Navidad?. Además de participar así de una de las costumbres habituales de muchos conquenses en estos días, esto nos dará una excusa para visitar un bonito edificio, el Hospital de Santiago, poco transitado por turistas. Los orígenes del hospital se remontan a 1182 cuando el propio Alfonso VIII donó a la Orden de Santiago tierras para agradecer su ayuda en la reconquista. Tras muchas vicisitudes, además de sus bonitas fachadas e iglesia, el edificio actual aún conserva un claustro de gran encanto, donde se emplaza un recoleto belén que hace guiños a elementos de Cuenca, os invito a encontrarlos. Un lugar navideño fuera de la ciudad: el Nacimiento del Río Cuervo en inviernoDesde luego la mejor época para ver este enclave natural es cuando más agua pueda tener, por eso el otoño y la primavera son fechas apropiadas. Pero el invierno puede aportar un ingrediente extra de gran encanto: el hielo y la nieve, además el frío del invierno es allí muy soportable si el día es soleado, ya que raramente sopla el viento.
Este 2017 está siendo mal año en toda España por la sequía, pero afortunadamente los escasos frentes nubosos que se han colado han dejado algunas cantidades moderadas, como la famosa tormenta Ana de hace unas semanas. Como la roca caliza es muy agradecida filtrando y guardando esa agua en su interior, seguramente podamos gozar de la belleza del lugar que es enorme independientemente de la época. Es una suerte visitarlo cuando está nevado y más si las cascadas se han congelado como si fueran estalactitas de hielo. Este monumento natural protegido está muy bien acondicionado para su visita, que es gratuita y se puede realizar cómodamente por todo tipo de personas ya que hay rampas para que quienes tengan más dificultades puedan salvar las ligeras pendientes y por tanto llegar todos hasta el lugar principal, el que ofrece la mejor vista del conjunto de cascadas. Una vez llegados a este lugar central aconsejo animarse a subir hasta la parte superior de la cascada por las escaleras que parten de su lado derecho y así seguir el agua hasta su origen, para ver de dónde viene ese pequeño riachuelo que crea tanta belleza. Es un agradable paseo nada complicado que nos llenará el olfato de aromas profundos de la naturaleza y la vista de hermosas imágenes. Ya que estamos en la alta serranía de Cuenca podemos aprovechar el día para visitar algún otro de los estupendos parajes que allí abundan, pues estamos en un importante nudo hidrográfico de España, donde nacen muchos arroyos y ríos, como el Cuervo, Escabas o Cigüela, y también algunos de los principales de España como el Tajo, Júcar o Cabriel. Las aguas caprichosas van encontrando su camino algunas hacia el Mediterráneo por el Júcar y otras hacia el Atlántico a través del Tajo. Es el caso del cercano Escabas, río de aguas especialmente cristalinas. Podemos aprovechar para acercarnos allí y contemplar el paraje de Lagunillos, con numerosas pozas y saltos de agua, para luego decidir si bajamos hacia Cuenca y de camino visitamos el parque cinegético de El Hosquillo o bien la zona kárstica de Los Callejones de Las Majadas, o si acaso preferimos adentramos más al norte para visitar la fabulosa Hoz de Beteta y el bonito pueblo de mismo nombre. De todos modos, cualquier otro rincón de la Serranía de Cuenca por el que decidamos perdernos seguro que nos encantará y animará a seguir conociendo este enorme parque natural, más aún si el invierno nos regala el encanto añadido de la nieve.
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Rutas por Cuenca 1: consejos para hacer turismo por rincones especiales de la ciudad.Para conocer los mejores lugares de interés en Cuenca conviene dejarse llevar por la curiosidad antes que ir demasiado pendiente de un plano. En primer lugar casi todos los planos son, como su nombre indica, planos, es decir no reflejan el verdadero relieve de las ciudades, cosa muy relevante en la nuestra; ...y en segundo lugar, lo que en un plano de Cuenca puede parecer un pequeño callejón que no lleva a ningún sitio, es la forma de acceder a un fabuloso rincón que habremos pasado de largo si nos fiamos demasiado del papel (o del GPS del móvil). Por eso voy a aconsejar en este artículo algunos lugares de gran encanto donde muchas veces no se acercan los turistas que visitan Cuenca. Como siempre, aconsejo evitar la pereza por miedo a bajar cuestas que haya después que subir. No son pocas las personas que dicen conocer Cuenca pero ni siquiera subieron por la calle de San Pedro o, peor aún, se limitaron a asomarse a las Casas Colgadas desde el río, y eso es como ir a Sevilla y darla por vista tras parar un rato frente a la Torre del Oro. Vamos pues a hablar de esos lugares que no nos podemos perder Barrio de San Miguel: una gran sorpresa a un paso de la Plaza Mayor. No es fácil imaginar que una escalerilla que desciende bajo un pequeño arco ojival en la anteplaza del ayuntamiento (justo junto a la oficina de turismo) nos lleve a un balcón con hermosas vistas de la hoz del Júcar y todo el conjunto del convento de la Merced y el Seminario, cuyas terrazas se precipitan hacia el lecho del río. Una vez allí lo ideal es recorrer esos miradores hasta la románica iglesia de San Miguel, hoy cotizado lugar de conciertos y espectáculos. A este mirador se asoman bonitos ejemplos de arquitectura tradicional con sus balconadas de madera, sus travesaños incrustados en las fachadas y su fabulosa lucha por aprovechar el espacio disputándose un hueco ante el abismo. Hay otros dos pasadizos que descienden a esta zona desde la calle Severo Catalina junto a la Plaza Mayor (llamada popularmente “Pilares”), uno junto a la iglesia y otro en la parte central del mirador, que aconsejo recorrer pues es una buena muestra de los retos de la ingeniería medieval en la inexpugnable Cuenca. Por las noches esta zona se transforma, pues el propio túnel tiene acceso a varios bares de copas que merecen al menos un vistazo pues son ejemplos de auténtica arquitectura conquense. Cuenca, una ciudad sobre dos precipicios: paseando por las Rondas. Hay en Cuenca dos calles que son dos magníficos miradores en sí mismas. Como bien indica su nombre, bordean la ciudad medieval al borde de los dos abismos, porque la ciudad serpentea entre las gargantas del Júcar y el Huécar. Esta ciudad añadió a sus murallas naturales, formadas por colosales roquedos, grandes lienzos de muralla en los pocos lugares que la naturaleza dejaba menos protegidos. Y estas calles son un perfecto paseo de ronda por donde recorrer la ciudad que desciende poco a poco zigzagueando en perfecta adaptación al terreno. Recomiendo recorrerlas completamente al menos una vez de día y una de noche, pues las vistas son tales que me cuesta evitar tomar fotos y más fotos cada vez que las recorro. Eso sí, como muchas veces lo queremos todo a la vez, hay un solo sitio desde donde se contemplan ambas hoces a la vez en una panorámica irrepetible: el puentecillo que atraviesa el arco del Bezudo del antiguo castillo (también hay unas escaleras que permiten subir al lienzo de muralla sobre dicho arco y gozar de las vistas desde un lugar algo más elevado). Ronda del Huécar: un viaje a la edad media.Aunque la natural pereza nos aconsejaría descender desde el aparcamiento del barrio del castillo por la calle principal, por donde bajan los coches, hay que ignorarla y descender desde la Plaza del Trabuco hacia el Museo Fundación Antonio Pérez y girar a la izquierda para asomarse un poco más arriba al mirador que queda justo a espaldas del Archivo Histórico Provincial, una de las mejores vistas de la Hoz del Huécar. Desde allí volveremos hacia la Fundación y ya es todo bajada recorriendo poco a poco una calle recoleta donde podremos sentirnos en la misma edad media: pasaremos por delante del antiguo convento de las Carmelitas, bajo la Iglesia de San Pedro (encaramada sobre la misma piedra), atravesaremos varios pasadizos y dejaremos a un lado una plaza de diminuto tamaño pero gran encanto. Llegaremos entonces a un estupendo mirador con otra fabulosa perspectiva de la hoz, esta vez justo frente al Parador de Turismo, y al poco veremos a la izquierda la Posada de San José, hotel encantador donde aconsejo comer o cenar. Desde allí nos queda un corto paseo dejando a la derecha las ruinas de la antigua Iglesia de San Pantaleón, a la izquierda los muros del claustro para llegar finalmente a la parte trasera de la nave izquierda de la Catedral, donde aún se aprecia el lugar donde se encontraba la torre del Giraldo, que se derrumbó tras aquel triste día de 1902 en que también perdimos la fachada barroca. Una continuación natural a este paseo, es decir, bordeando la Hoz del Huécar, nos obligará a rodear la Catedral, pasar por delante del Palacio Arzobispal y girar por la calle de la izquierda, donde hay dos hermosos museos, para llegar a la parte de atrás (la menos conocida) de las Casas Colgadas. En esta ocasión propongo seguir nuestra ruta y no optar por lo habitual, que es salir por el pasadizo a la hoz para ver la famosa vista de las Casas que todo el mundo conoce; esta vez nos dirigiremos a un barrio precioso de Cuenca: Barrio de San Martín: los rascacielos de Cuenca, una arquitectura singular.Poca gente se adentra en este barrio a pesar de tener algunos de los rincones más hermosos de Cuenca, y seguramente sus empinadas cuestas tengan gran parte de la culpa. Sin embargo, bajando con calma desde la parte trasera de las Casas Colgadas, podremos recorrer unos jardines con varios miradores excepcionales a la Hoz del Huécar, o bien internarnos por los pequeños callejones esparcidos por la ladera, con casas rústicas pintadas en bonitos colores, y disfrutar siempre con la vista de las casas que nos acompañarán a la derecha todo el recorrido: los llamados rascacielos de Pío Baroja, quien narraba que los burros se asomaban a los balcones al atardecer (más abajo se entenderá por qué podía ocurrir eso). Para poder valorar más estos edificios hay que decir que probablemente sean de los rascacielos más antiguos del mundo, y son todo un ejemplo de la peculiar arquitectura conquense. Cuenca usó principalmente la madera de sabina, un material resistente pero más flexible, capaz de irse corvando o torciendo, pero por tanto más difícil de quebrar. Eso mismo ha dotado a Cuenca de uno de sus rasgos más distintivos: sus casas parecen adaptarse a la posición que les ha tocado vivir. Estos edificios tienen en algún caso más de 10 plantas si los observamos desde esta zona, pero más curioso aún es que por la calle Alfonso VIII, es decir, por su parte de atrás, esos mismos edificios tienen como mucho 4 ó 5 plantas. Más curioso todavía es que esas casas tienen entrada por ambos lados, pero mientras que desde la hoz siempre deberemos subir escaleras, desde Alfonso VIII podremos subirlas (si vamos a pisos sobre el nivel de la calle) o bajarlas (si vamos a pisos bajo el mismo –que serán pisos altos sin embargo hacia la hoz-). Un burro, así pues, podría entrar por Alfonso VIII a pie de calle y asomarse a lo que sería un 6º piso a la hoz… Poco a poco, aunque bajando empinadas cuestas, nos iremos acercando al pequeño río Huécar, en otros tiempos temible por sus riadas y ahora apacible regato en un entorno digno de cientos de fotografías. Para terminar el paseo, no puedo dejar de aconsejar cenar o tomar algo en Grotte del Huécar, un restaurante que no dejará a nadie indiferente al estar situado en una enorme cueva natural, también con terrazas donde tomar algo frente a unas vistas incomparables. Ronda del Júcar: un balcón a la naturaleza en la misma Cuenca No sabría decir cuál de las dos hoces es mi preferida, si es que hubiera que elegir. Quizá la del Júcar sea más salvaje, como un adelanto de la Serranía en la que se adentra. En todo caso recorrer la ronda es la forma de contemplar un fabuloso escenario natural.
Como otras veces, si es que se puede elegir planificarlo así, lo más fácil es hacer el paseo “de bajada”, es decir, desde el barrio del castillo hacia la Plaza Mayor, pero sabemos que el turista raras veces puede planificar tanto las cosas (afortunadamente diría yo, pues se perdería si no gran parte de la ilusión en los viajes). Un buen lugar para contemplar la hoz del Júcar es el aparcamiento que hay justo frente al Archivo Histórico Provincial (el edificio que tiene una estatua del conquense Fray Luis de León y que espera recibir en 2018 una importante colección de arte de Roberto Polo). Desde allí descendemos unos metros por la calle principal pero antes de llegar a la entrada de la Iglesia de San Pedro bajaremos a la derecha por unas escaleras bajo un arco, ya estamos en la ronda del Júcar y podemos asomarnos a impresionantes miradores a la hoz. El recorrido desde aquí es fácil: tan solo seguir el suave descenso de esta callecita a la vez que vemos a la izquierda las típicas casas populares a las que nadie puede robar una fabulosa vista. Llegaremos a una plazoleta dedicada al escritor Camilo José Cela que, como tantos, quedó fascinado por Cuenca. La calle se convierte enseguida en una estrecha escalera por la que llegaremos a la calle Severo Catalina y desde donde podremos optar, si nos encontramos con fuerzas, por girar a la derecha y tomar la bajada al Santuario de las Angustias, patrona de la provincia de Cuenca. Esta bajada tiene un encanto especial, incluida la imagen de Cristo tallada en roca viva y argumento de leyenda, y compensa más aún la llegada a la bucólica plazoleta donde está el santuario, una fuentecilla y un antiguo convento en cuyo patio se haya la cruz objeto también de una bonita leyenda. Desde aquí podremos completar el recorrido y seguir bajando hasta el Recreo Peral, un lugar con gran encanto a la misma orilla del Júcar y donde se come estupendamente. Así, sin darnos cuenta, habremos bajado más de 100 metros de desnivel y mirando hacia arriba podremos disfrutar entonces del cogollo de la ciudad encaramada que se asoma al río. Tras estos paseos estaremos listos para descansar con el recuerdo repleto de vistas inolvidables. |
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